Mi vecion de al lado

Éste fue el relato ganador en el concurso de San Valentín, "Un regalo desde el corazón".

Mi vecino de al lado

Hace unos años realicé un viaje a Europa con unas amigas. Tuve el suficiente tiempo como para prepararme sabiendo que el viaje sería largo. Desde México tardaría cerca de doce horas o más para llegar a París, tenía que pensar en todo si quería que las cosas salieran bien. Una semana antes de ir al aeropuerto me aseguré de que mis maletas estuvieran listas, mis pasajes, el hospedaje y sobre todo el entretenimiento que llevaría durante el camino. Entre mi música, mis cuadernos de dibujo y el último y mejor libro de una de mis series favoritas que acababa de salir a la venta por fin estaba en mis manos. No podía creer lo afortunada que era de haber conseguido el único ejemplar que quedaba en la librería, por lo que sería lo más emocionante que haría en el avión.

Siete días después caminaba junto a mis padres por los pasillos del aeropuerto de la ciudad con 3 maletas para llevar. Durante el trayecto iría sola y me encontraría con tres amigas en Miami, de donde partiríamos para llegar a nuestro destino final. Mientras se llevaban a cabo los trámites del equipaje vi el ejemplar de mi novela bajo mi brazo y me emocioné de solo pensar en leerlo durante varias horas durante mi viaje. Tardamos cerca de una hora en completar todo el papeleo pero al final las cosas salieron bien. Me despedí de mis padres y seguí derecho hasta la sala de espera en donde me senté junto a una familia con tres niños, los padres hablaban del pasaje y dos niños jugaban luchas, mientras que la última y la que se veía más pequeña de los tres, estaba sentada meciendo sus pies mientras veía a la gente pasar. Tendría cerca de 10 años y su carita giraba constantemente a cada cosa nueva que veía o escuchaba.

Dejé mi bolsa junto a mi silla y comencé a hojear mi libro nuevo. Conforme avanzaba las páginas fui notando la curiosidad de la mirada de la pequeña, quien no apartaba sus ojos de lo que tenía en mis manos. Lentamente giré mi cabeza hacía ella y le sonreí al ver que se sonrojaba después de haberla atrapado en su inspección.

-¿Te gusta?- Pregunté señalando el ejemplar.

Ella asintió apenada y se volvió hacia sus papás cuando le llamaron la atención por estar molestando a la gente, agité la mano en el aire restándole importancia y negando la molestia, ya que no lo había sido en ningún modo.

-¿Te gusta leer?- quise saber, cerrando el libro y poniéndolo en sus manos. Sabía que podía gustarle si me decía que le agradaban los libros, yo en ese momento tenía veintidós años, pero esa novela en particular podía considerarla apta para todas las edades.

-Si, mucho-respondió quitándose un mechón castaño que le cubría una mejilla.

-¿Conoces Los Cuentos de Finnigan?

-Me encantan-contestó entusiasmada dejando asomar un par de dientes grandes recién crecidos mientras tomaba el libro entre sus manitas.

-Mi abuelo me regaló el libro uno en Navidad y lo leí muy rápido, me gustó mucho. Pero buscamos los demás y no los pudimos encontrar-dijo acariciando la portada del mío.

-¿Cuántos años tienes y como te llamas amiguita?-pregunté intentando que no pareciera un interrogatorio o que se asustara.

-Once años y me llamo Mariana. Mis hermanos dicen que parezco de 8, pero no les hago caso-contestó ofendida alzando la cabeza orgullosa.

-Esta bien que no les prestes atención, eres una chica grande-dije guiñándole un ojo. Sonrió y volvió su mirada nuevamente a la novela.

-¿Podría leerlo un momento? Solo en lo que sale el avión, es que no sé si pueda encontrarlo y me gustaría saber qué pasa con lo que sigue.-pidió un poco avergonzada por su "atrevimiento".

-Claro!!-dije sin vacilar. -Tenemos mucho tiempo, así que creo que leerás bastante-afirmé recargándome en mi asiento viendo como comenzaba a devorarlo con suma rapidez.

Estuvimos otra hora más o menos en la sala de espera, ya que entre retraso y retraso el vuelo nomas no llegaba. Mariana tuvo bastante para disfrutar del libro. Pero no podía dejar pasar el hecho de que de verdad estaba atrapada por él. Sus ojos volaban por las hojas mientras sus manos las pasaban una y otra vez, se sentía la emoción vibrar con cada nuevo capítulo. Yo solo me quedaba sintiendo su entusiasmo y alegría. Minutos después de hacer esa observación la llamada para arribar nuestro vuelo se hizo por todo el aeropuerto. Muchos de los pasajeros suspiraron aliviados y otros un poco enojados, a mí me daba igual, la había pasado bien durante esas horas. Pero algo me tenía preocupada, tenía la inquietud del libro. Me había costado mucho conseguirlo, lo había esperado tanto tiempo, además de que no tenía otra cosa para entretenerme en las próximas cinco horas de vuelo sin contar que no sabía cuando volvería a tener la oportunidad de encontrar una copia sin tener que matar a alguien para conseguirla. Pero me entraba el remordimiento el tener que pedírselo a la niña. Solo una cosa logró convencerme de lo que era correcto, al instante en el que nos pudimos de pie, vi su mirada triste al devolverme mi libro, sentí como si se desprendiera de una parte de ella o así lo creí mientras tomaba lo que me ofrecía.

-Muchas gracias señorita, realmente está muy interesante y divertido-dijo sonriendo tristemente. Sabía que no lo hacía con esa intención, pero me estaba llegando muy profundo su dolor, por lo que decidí obsequiárselo.

-Quédate con él Mariana. Ya buscaré yo otro en la ciudad, debe de haber algunos por ahí esperando a que los encuentre-dije riendo tratando de sonar convencida.

-Muchas gracias señorita-saltó la niña abrazándome. Los padres de ésta habían escuchado nuestra conversación pues sonrieron al acto y me agradecieron igualmente. El padre quiso pagármelo con efectivo, pero lo negué rotundamente afirmando que era un regalo de su nueva amiga.

Me sentí tan bien, que después de la tristeza de haber entregado mi adorado libro, llegó la satisfacción por haber compartido lo que tanto me gustaba y qué mejor manera de hacerlo por medio de lo libros.

Tomé mis cosas después de despedirme afectuosamente de la familia y caminé hacia el avión que ya esperaba a los nuevos pasajeros. Llegué hasta el asiento número cuarenta y dejé mi bolso en la parte superior en donde iba el equipaje de mano. Me senté y después de acomodarme en mi lugar, un apuesto joven que en un momento dado me pareció muy familiar, se acercó y sonriendo subió su maletín en el mismo lugar en donde estaba el mío. Tardó unos cuantos minutos, durante los cuales no pude suponer qué era lo que le llevaba tanto tiempo hacer. Al terminar se sentó junto a mí y se presentó muy sonriente como Lorenzo. Un mexicano que viajaba a Miami para hacer una escala y después llegar hasta New York por motivos de trabajo. Resultó ser una persona muy agradable, gran conversador y amante de los libros al igual que yo. Hablamos por una hora de todo lo que se nos ocurrió, y no dejaba de sentir que ya lo había visto ante. En ese momento y como si me leyera la mente, vi como sacaba de su gabardina lo que parecía ser una novela. Cual fue mi sorpresa al ver que era la misma que yo le había obsequiado a Mariana, solo que en versión de pasta dura. Clavé mis ojos en él y sonrió satisfecho ofreciéndomelo.

-Creo que cinco horas serán suficientes para una lectora ávida como tú-comentó tomando un sorbo de agua.

-Pero, ¿cómo....qué? -

-Te vi en la sala de espera con esa niña. Vi como le entregabas el libro y como casi estuviste a punto de llorar. Resultó difícil, eh?-respondió sonriente. -Pero tú léelo, ya me dirás que tal está el libro, no puedes desperdiciar una oportunidad así-fijo guiñándome un ojo como yo lo había hecho con la niña.

-Pero, ¿no te importa si....?-pregunté señalando el libro pidiendo permiso para enfocar mi atención hacia la lectura.

-De ninguna manera. Tú disfrútalo, yo dormiré un rato, bueno cinco horas para ser exactos, y me dirás que tal está-

-Es increíble, pensé que no lo volvería a ver en mucho tiempo-

Le agradecí con la mirada y una sonrisa, no dude en ponerme a leer de inmediato y me perdí por el resto del vuelo.

Llegamos después de un largo viaje a la ciudad de Miami. No pude terminar de leerlo, pero estaba feliz de haber tenido la oportunidad de empezarlo. Lorenzo se levantó de su asiento, tomó sus cosas y se volteó hacia mí haciendo un gesto con la cabeza hacia mi equipaje de mano.

-¿Puedo ayudarte con eso?-preguntó sin tocar nada.

-No es necesario, yo puedo con él-afirmé devolviéndole el libro y sacando mi bolso.

-Te entiendo si no confías en mí-replicó un poco ofendido fingiendo cara de dolor.

-Vamos, no es eso. Es solo que ya tienes tu equipaje, es mucho peso-aseguré bajando lo demás.

-Dios, no lastimes mi orgullo. Recuerda que los hombres tenemos dignidad, permíteme ayudarte y si comienzo a sentirme débil te lo haré saber. Pero por favor no me menosprecies-pidió tomando mis maletas.

Lo miré fijamente y me dedicó una bonita sonrisa que acepté. Caminé a su lado mientras conversábamos sobre el vuelo y el libro, además de las personas o peculiaridades que observamos durante el vuelo. Aunque fue más él quien hizo las observaciones ya que yo iba completamente perdida en la novela, solo pude reírme de lo perspicaz que era.

Llegamos al vestíbulo y alcancé a ver a mis amigas a lo lejos saludando alborotadas desde la puerta principal. Les sonreí y les devolví el saludo.

-¿Tus amigas?-preguntó con curiosidad.

-Si-respondí sin dejar de verlas.

-Parecen contentas de verte-aseguró.

-Si, hace tiempo que no nos veíamos, teníamos tiempo organizando éste viaje. Creo que será bueno para las tres éste tiempo juntas-dije volviéndome hacia él. Me quedé observándolo y me sentí un poco triste de tener que dejarlo, solo habíamos convivido durante unas cuantas horas y ya éramos buenos amigos, pocas veces tenía la oportunidad de conocer gente tan interesante, y desafortunadamente y la mayoría de ellas, tenía que dejarlos atrás por que por una u otra razón no podíamos seguir viéndonos.

-Creo que aquí nos separamos-dije lamentándolo.

-Si, creo que si. Pero no te preocupes, nos volveremos a ver alguna vez-aseguró entregándome mis maletas. -Ya verás, el mundo es muy pequeño, ya habrá ocasión de encontrarnos-dijo sonriente.

Asentí tratando de creerle y recibí lo que restaba de mi equipaje. Vi como el se devolvía por el suyo y se despedía con la mano en el aire. Yo le respondí igualmente intentando agradecerle tan siquiera con la mirada lo agradable del vuelo que tuvimos gracias a él.

Caminé hasta donde estaban mis compañeras y me recibieron con gritos y abrazos, casi no podía pensar entre tanto escándalo. Estábamos muy contentas de por fin habernos reunido, desde la secundaria no habíamos tenido la oportunidad de juntarnos hasta ahora. Teníamos que esperar cerca de una hora para el próximo vuelo que nos llevaría directo a París, por lo que tuve que ir al aseo a realizar una serie de maniobras para componer mi actual estado. Dejé a mis compañeras en el café y me llevé el bolso en donde tenía el estuche del maquillaje. Al ingresar en el cuarto de baño para mi sorpresa lo encontré vacío, así que aproveché y vacié mi bolso para volver a acomodar lo que tenía dentro. Comencé a sacar todo y justo cuando lo sentía más pesado vi como salía un enorme libro de él. Al acercarme más y fijar la vista pude distinguir qué tomo era, el mismo que le había entregado a la niña y el que me había prestado Lorenzo. Lo tomé entre mis manos y al abrirlo encontré una dedicatoria firmada por él, para mí:

“Siempre será un libro para dos, solo tuyo y mío"

Para la vecina despistada que aceptó el regalo de su vecino de a lado. Y que creyó que no se volverían a ver.

De Lorenzo Montés para Fernanda Linares

García Morales 468 Entre Salido y Reforma



Al terminar de leer aquello, no pude dejar de observar la dirección. Era la misma que yo tenía, solo que el número de la casa era el continuo a ese. Entonces recordé y mi mente se llenó de imágenes de muchos años antes, en donde aparecía un chico que me acompañaba a la tienda de la esquina y comprábamos dulces. También íbamos a la librería y nos pasábamos horas leyendo, era mi vecino. El chico con el que jugué mucho tiempo, todos los años que pasé en esa ciudad conviví con él, gracias a Lorenzo logré adaptarme con facilidad a mi nuevo hogar. No podía creer lo despistada que había sido durante todo ese tiempo. Comencé a reírme sola y tomé el libro entre mis manos, era seguro, con razón él había asegurado que nos volveríamos a ver. Seguramente mis padres le habrían comentado de mi viaje y la fecha de mi regreso, fueron tantas las coincidencias, era tan curioso y extraño a la vez, que no pude más que aceptar lo que nos había ocurrido. Me sentí muy feliz de haberme encontrado con mi compañero de la infancia, a quien no reconocí durante todo este tiempo, era él, mi vecino de a lado. Quien lo diría, en éstos momentos vamos de camino a Paris después de nuestro encuentro tres años atrás. Prometimos hacer un viaje juntos y hoy se nos hizo empezar. A mi lado está él en el asiento continuo. Lorenzo va dormido y yo voy escribiendo la historia de cómo nos conocimos, no me culpen, él me lo pidió. Y no puedo hacer nada para evitar recordar ese día en el que nos volvimos a encontrar, por que quiero que sepa lo que sentí ese momento cuando descubrí, a mi vecino de toda la vida junto a mí. Todo lo que sentí y pensé, no lo puedo decir con palabas habladas, quisiera intentarlo por escrito, pero sé que terminaré abrazándolo e invitándolo a una hamburguesa como lo hacía diez años atrás.

Saludos

María del Carmen

8 comentarios:

Amy!! =) dijo...

Que lindo!! *.*
Ahhh!! me emocioné totalmente :D era su vecino! jajaj :D bueno linda preciosa tu historia, al igual que la otra que hacías hace algun tiempo =) Y la cual espero pueda encontrarme otra vez para así terminar te felicito por todo, besitoss ^^
Amy!!

Anónimo dijo...

Preciosa la historia, y muy apropiada pada S Valentín, por la mezcla de sentimientos que lleva. ¡Que vivan los libros y la amistad!

EdDy dijo...

Muy interesante la historia. Es de esos textos cortos que uno se traga con especial voracidad. Felicidades.... :-)

Anónimo dijo...

precioso (:
libros y amigos
posibles amores
me encanta
:D
Susy

slutneza dijo...

me encantò!!!! ♥
Aveces la gente es despistada y tienden a olvidar personas!!!! Me pasò...pero lo hermoso es cuando las recordas!!!
BESOSS

Anónimo dijo...

Uuuy! Que tierna historia, es muy simple y facil de comprender. De hecho me ha servido para darme cuenta que aveces lo que escribo es un poco enrredado. Me encanto!
Besos.

Aineric dijo...

wow! entre en tu blog de casualidad y me he llevado una grata sorpresa. Me ha encantado la historia!! Eres muy buena!

Aineric

liz lopez dijo...

wow! vaya, me has dejado emocionada. La verdad, tu amor por la lectura se refleja en la forma que escribes esas palabras. Eres muy buena, me gusta tu forma de escribir. Un abrazo desde mi pequeno espacio, aqui en Republica Dominicana, en verdad me alegraste el dia con tu historia.^^